lunes, noviembre 01, 2010

A Cristina, mi hermanilla la celosilla.


Se encontraba Cristina, como siempre, fumando,

Cuando entre tos y tos, se la apareció La Muerte.

Dijo: “te vengo a llevar, vele caminando”,

Cristi se negó, pues no creyó su mala suerte.



Le tiró de manotazos, y pues La Parca se espantó,

pensó: ¡ah cómo es necia esta niña!, ¡si hasta me pataleó!,

Y dijo riendo la huesuda: -No importa, sabré esperar,

¡tú sigue echando humo, que poco a poco, te habré de llevar!-.



Para Dulce, esta amarga calavera:


A Dulce la fue a buscar la calaca:

“vengo por ti, pues te tengo agendada”.

La hembra le replicó con alharaca,

y usó su labia; ¡al cabo abogada!


La Muerte se conmovió y atendió al ruego.

“¡Ya, pues!, dime ¿cuándo quieres que te toque”.

La licenciada, regresó al sosiego,

deliberando aliviada pues, el troque:


“Pues por mí de vieja, ven en sesenta…

mas sufriré enferma, ¡en veinte espero!…

¡no veré a mis nietos, ¿qué tal cuarenta?,

¡mejor en treinta!, ¿y si desespero?...”


La huesuda, agobiada, vio el titubeo,

indispuesta a tolerar más la situación,

con guadaña, cortó ‘e tajo. Gorgoteo.

Y recordó así ¡nunca más dar ocasión!